domingo, 29 de mayo de 2016

Franco contra Ramón y Cajal

Un libro recuerda la demolición del legado del premio Nobel español por la dictadura

Clase de disección de Santiago Ramón y Cajal, en 1915.
“El Instituto Cajal era, sin duda, una de las instituciones científicas más prestigiosas de España, aunque parecía estar estrechamente ligado a la cultura liberal y secular representada por la JAE, o incluso al espíritu antiespañol, materialista e izquierdista de la propia República, según los vencedores de la Guerra Civil”, explica en el libro Rafael Huertas, investigador del CSIC y expresidente de la Sociedad Española de Historia de la Medicina. “Los que estaban al mando del nuevo Estado creyeron necesario llevar a cabo una limpieza política que purgara el Instituto de sus indeseables connotaciones, pero sin renunciar a los beneficios del prestigio internacional que Cajal y su escuela habían cosechado”, continúa Huertas. La dictadura recién nacida en 1939 gaseó el instituto. El médico Dionisio Nieto huyó a México y se convirtió en el jefe de Investigación Psiquiátrica y del Cerebro del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía. Miguel Prados Such se exilió en Canadá y consiguió una plaza de profesor de Psiquiatría de la Universidad McGill de Montreal. Gonzalo Rodríguez Lafora, jefe del laboratorio de Fisiología experimental del Sistema Nervioso creado por Cajal, fue condenado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas a ocho años de inhabilitación especial para ejercicio de cargos públicos y al pago de una multa de 50.000 pesetas. Se exilió en México y dirigió allí el Instituto de Enfermedades Mentales, según detalla el libro La destrucción de la ciencia en España: depuración universitaria en el franquismo, editado por la Universidad Complutense de Madrid y coordinado por el historiador Luis Enrique Otero Carvajal. La publicación del libro de cartas recogidas por Juan Antonio Fernández Santarén es al mismo tiempo una buena noticia y una mala. La buena es que ahí están, por fin, y se pueden leer. La mala es que han aparecido 3.510 cartas, de las que en la obra se reproducen 722, pero el autor estima, y la cifra es conservadora, que debería haber al menos 12.000 más, que están perdidas y se corresponden con los periodos más interesantes. Que del año del Nobel, 1906, haya solo seis es verdaderamente lamentable. Y que haya tan pocas de los primeros periodos, entre 1888, al que Cajal llama "mi año cumbre",



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