Bárcenas pasa al ataque contra Rajoy y amenaza con contarlo todo
Tras unas primeras horas de silencio y casi abatimiento, el Gobierno y el PP han empezado a reaccionar ante la nueva emergencia del caso Bárcenas. La estrategia diseñada parece clara: llevar la batalla al terreno de la credibilidad. Es la palabra del presidente del Gobierno contra la de su extesorero, señalan. Y los españoles van a creer más a Mariano Rajoy que a un hombre con casi 50 millones de euros en Suiza.
El Gobierno salió ayer en tromba a defender que Rajoy es un hombre honesto. Y esa es en sí una decisión que muestra la gravedad de la crisis política que ha provocado la amenaza de Bárcenas de tirar de la manta. Varios ministros, en tono muy sentido, reivindicaron la figura del presidente. Él no dijo una palabra sobre el escándalo, más allá de una frase indirecta en un acto en la factoría OPEL de Figueruelas: “Tenemos tendencia a contar las cosas que no son las mejores, pero también tenemos que hablar de las importantes y las buenas”.
El más sentido fue Alberto Ruiz-Gallardón, ministro de Justicia y miembro de la cúpula de Rajoy —los maitines ahora desaparecidos— desde 2004, algo que solo puede decir Javier Arenas. Gallardón aseguró que los que llevan tiempo trabajando con Rajoy son “conocedores del referente ético que siempre ha significado” para el PP. El propio Arenas, en lo que parecía una estrategia claramente coordinada, dijo que el presidente es “intachable en todos los sentidos”. Cristóbal Montoro, otro veterano colaborador —aunque nunca estuvo en maitines—, lo definió como un político “muy honrado y entregado al servicio de los intereses generales”. Mientras, Carlos Floriano, número tres del PP, remató el choque de credibilidades: mientras el presidente es “una persona honesta y honrada a carta cabal”, el extesorero es “alguien que ha engañado a Hacienda, ha engañado a los fiscales, ha engañado al PP durante 20 años, a sus abogados y a los jueces. Y ninguna persona que ha engañado a tanta gente puede tener no ya el mismo crédito, sino el más mínimo crédito comparado con alguien de la categoría moral y de la talla humana de Mariano Rajoy”, enfatizó.
El PP prepara así a la opinión pública para el momento más temido, el lunes, cuando Bárcenas declare ante el juez Ruz. Algunos dirigentes confían aún en que no quiera autoinculparse, y menos antes de que se resuelva su recurso contra su encarcelamiento, por lo que esperan que se niegue a declarar. Y si asegura que los papeles son buenos, los populares insisten en que será la palabra de Rajoy contra la suya, sobre todo en un elemento clave: no hay delito —solo un incumplimiento de la ley de incompatibilidades— y todo está prescrito, por lo que es impensable que el juez quiera imputar a nadie, algo que sería demoledor. Y por si hay dudas, recuerdan que esta es la filosofía que expresó el juez en el auto en el que rechazó llamar a José María Aznar por el mismo asunto.
Tras unas primeras horas de silencio y casi abatimiento, el Gobierno y el PP han empezado a reaccionar ante la nueva emergencia del caso Bárcenas. La estrategia diseñada parece clara: llevar la batalla al terreno de la credibilidad. Es la palabra del presidente del Gobierno contra la de su extesorero, señalan. Y los españoles van a creer más a Mariano Rajoy que a un hombre con casi 50 millones de euros en Suiza.
El Gobierno salió ayer en tromba a defender que Rajoy es un hombre honesto. Y esa es en sí una decisión que muestra la gravedad de la crisis política que ha provocado la amenaza de Bárcenas de tirar de la manta. Varios ministros, en tono muy sentido, reivindicaron la figura del presidente. Él no dijo una palabra sobre el escándalo, más allá de una frase indirecta en un acto en la factoría OPEL de Figueruelas: “Tenemos tendencia a contar las cosas que no son las mejores, pero también tenemos que hablar de las importantes y las buenas”.
El más sentido fue Alberto Ruiz-Gallardón, ministro de Justicia y miembro de la cúpula de Rajoy —los maitines ahora desaparecidos— desde 2004, algo que solo puede decir Javier Arenas. Gallardón aseguró que los que llevan tiempo trabajando con Rajoy son “conocedores del referente ético que siempre ha significado” para el PP. El propio Arenas, en lo que parecía una estrategia claramente coordinada, dijo que el presidente es “intachable en todos los sentidos”. Cristóbal Montoro, otro veterano colaborador —aunque nunca estuvo en maitines—, lo definió como un político “muy honrado y entregado al servicio de los intereses generales”. Mientras, Carlos Floriano, número tres del PP, remató el choque de credibilidades: mientras el presidente es “una persona honesta y honrada a carta cabal”, el extesorero es “alguien que ha engañado a Hacienda, ha engañado a los fiscales, ha engañado al PP durante 20 años, a sus abogados y a los jueces. Y ninguna persona que ha engañado a tanta gente puede tener no ya el mismo crédito, sino el más mínimo crédito comparado con alguien de la categoría moral y de la talla humana de Mariano Rajoy”, enfatizó.
El PP prepara así a la opinión pública para el momento más temido, el lunes, cuando Bárcenas declare ante el juez Ruz. Algunos dirigentes confían aún en que no quiera autoinculparse, y menos antes de que se resuelva su recurso contra su encarcelamiento, por lo que esperan que se niegue a declarar. Y si asegura que los papeles son buenos, los populares insisten en que será la palabra de Rajoy contra la suya, sobre todo en un elemento clave: no hay delito —solo un incumplimiento de la ley de incompatibilidades— y todo está prescrito, por lo que es impensable que el juez quiera imputar a nadie, algo que sería demoledor. Y por si hay dudas, recuerdan que esta es la filosofía que expresó el juez en el auto en el que rechazó llamar a José María Aznar por el mismo asunto.
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