Los ucranianos de a pie de Kiev no dan crédito a sus ojos: en esta ciudad europea amable y llena de bellos edificios, las armas comienzan a imponer su ley. Las noticias sobre la actuación de francotiradores desde los tejados en el centro asustaron a los pequeños comerciantes que cerraban las puertas de sus establecimientos mucho más allá del perímetro de la zona directa de riesgo, en la avenida Kreschatik y en las calles que llevan a los edificios gubernamentales.
Los francotiradores (un conjunto cuyo número y características es un tema a investigar) estuvieron entre los protagonistas de otra macabra jornada, ya que a ellos se les atribuye la responsabilidad por una parte de los muertos que se registraron el jueves. El ministerio de Sanidad informó de que habían perecido 75 personas y más de 500 heridos
en los enfrentamientos ocurridos en el centro de Kiev del 18 hasta el 20 de febrero a las 18 horas (una hora menos en España). El servicio informativo Ukrainskaya Pravda afirmaba que 58 muertos habían sido identificados y que entre ellos había 10 policías, pero esta información no especificaba si estas muertes eran resultado de los enfrentamientos del jueves o del periodo transcurrido desde que se recrudeció la violencia el 18 de febrero.
En la noche del miércoles al jueves los tres líderes de la oposición, Vitali Klichkó, Arseni Yastseniuk y Oleg Tiagnibok, se reunieron con Yanukóvich y consiguieron garantías de una tregua nocturna entre los manifestantes concentrados en la plaza de la Independencia (el “Maidán"), por una parte, y las fuerzas del orden público y las unidades especiales (las Berkut), por la otra.
La tregua se rompió cerca de las nueve de la mañana, cuando, según una de las versiones, los Berkut habrían intentado atacar el conservatorio y los manifestantes atrincherados en él habrían respondido disparando, vergüenza por el fanatismo político que por gobernar hacen las guerras, matando y asesinando a los mismos que les han puesto en el sillón para que gobiernen el país, país que les han visto crecer en el su gente.
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