La actuación sistemática de los colectivos en varios sectores de la ciudad sin la abierta autorización del gobierno da a entender que el régimen chavista ha perdido el control que mantenía sobre ellos.
Este diario obtuvo testimonios de primera mano de lo ocurrido en los sectores residenciales de Horizonte, en el este de Caracas, y Santa Fe, en el sureste de la capital venezolana, dos de las urbanizaciones donde ocurrieron las mayores protestas de la jornada. A partir de esas voces es posible reconstruir lo ocurrido porque siguen el mismo patrón.
Los colectivos están actuando como una avanzadilla represiva antes de la intervención de las fuerzas del orden
El gobierno no está dispuesto a seguir tolerando
la anarquía en la que está sumida la capital de Venezuela desde hace ocho días y ha decidido impedir los cortes con métodos más represivos. En Horizonte, mientras manifestantes de la oposición mantenían cerrada la avenida Rómulo Gallegos, los colectivos intentaron remover los obstáculos atravesados para despejar la vía. Algunos vecinos arrojaron piedras y botellas desde los edificios cercanos como manera de protestar por su intimidante presencia. Los más osados disparaban sobre ellos. En respuesta, sus integrantes, que se desplazan a bordo de motocicletas, respondían también a balazos. Otros progubernamentales atracaban a los manifestantes opositores rezagados. Mientras recrudecían los disturbios llegó la Guardia Nacional. Los colectivos se retiraron y empezó lo peor, según refirió un testigo a este diario. Un funcionario apuntó hacia el edificio Vista, desde donde supuestamente les arrojaban botellas, y disparó una bomba lacrimógena que penetró por una ventana e incendió una oficina del tercer piso que funciona como el depósito de una empresa que vende equipos de telefonía celula
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