Bandas diezmadas y sin medios marítimos intentan recuperarse de millonarias operaciones que resultaron fallidas en la primera década de este sigloNarcos arruinados pierden un alijo de cocaína en alta mar 17 AGO 2015 - 22:12 CEST
Mientras la burbuja inmobiliaria también estallaba en los bolsillos de los narcos, en Galicia se registró la mayor oleada de desembarcos de cocaína que se recuerda. Una competición entre las viejas y nuevas generaciones de traficantes para disputarse el flete de millonarios cargamentos y su traslado a tierra en tiempo récord que llegaban a las Rías Baixas desde Sudamérica.
Desde finales de 2007 y hasta 2013, los narcos gallegos emprendieron
una escalada imparable en el tráfico de cocaína pero que tuvo
consecuencias desastrosas para su reputación entre los carteles
proveedores, con fuertes pérdidas económicas que se estiman en más del
80% de los cargamentos que se enviaron a Galicia.
El desafío de unas bandas mejor equipadas a unos grupos policiales
más especializados cerró un ciclo ruinoso del que todavía no se han
recuperado. En siete años, los narcos gallegos perdieron casi 3.000
millones de euros en alijos y fueron desmanteladas 15 organizaciones,
además de la incautación de decenas de costosas embarcaciones y
patrimonio embargado que ya supera los 90 millones de euros.
Alijo por la borda
Tras su muerte en accidente de moto a finales de 2008, Mulo se colocó en primera línea al frente de una organización.
En enero pasado, tras el abordaje de un barco con 1.500 kilos de
cocaína, Bugallo fue detenido en su chalé de Cambados (Pontevedra). Tras
varias horas de búsqueda, al fin se rindió por la falta de oxígeno y
salió de un pequeño zulo que había construido en una de las paredes de
su dormitorio. Además de este proceso que le ha confinado a la cárcel,
Mulo, de 57 años, tiene pendiente un juicio por otra descarga en 2008 de
cuatro toneladas de cocaína que frustró un avión de reconocimiento de
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