El previsible parón que puede sufrir la construcción del almacén para residuos radiactivos
previsto en Villar de Cañas (Cuenca) —que ya lleva acumulados cuatro
años de retraso— vuelve a plantear una duda recurrente: ¿qué hacer con
este tipo de desechos?
Esta cuestión —que al igual que España se la hacen los otros 29
países del mundo que generan electricidad con reactores—, parecía que se
había resuelto en 2004, al menos, para unas cuantas décadas. Todos los
partidos apoyaron entonces en el Congreso la construcción de un Almacén Temporal Centralizado
(ATC) para guardar los más de 12.800 metros cúbicos de combustible
usado y otros residuos de alta actividad que las centrales generarán
durante su vida útil, prevista entonces en 40 años. Ese ATC está pensado
para unos 60 años de vida. En ese tiempo, se supone que se encontrará
una solución definitiva para unos desechos que están activos durante
milenios.
En 2006, el Gobierno socialista aprobó el sexto Plan General de Residuos Radiactivos,
en el que se contemplaba la construcción del ATC debía estar rematada
en 2011. El PSOE inició el proceso para seleccionar un emplazamiento,
que fue rematado por el PP. Nada más llegar a La Moncloa, a finales de
2011, los populares eligieron Villar de Cañas.
El OK de la entonces presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de
Cospedal (PP), fue determinante, por encima de las razones técnicas o
geológicas. El resto de municipios aspirantes se fueron cayendo por la
oposición de los Gobiernos regionales.
El Gobierno admite que la batalla por el cementerio nuclear puede ser
larga, tanto que es muy posible que tenga que gestionarlo el próximo
Ejecutivo. Ese Gobierno, muy probablemente, no tendrá mayoría absoluta
para decidir sin acuerdos. Si hubiera cambios tras las generales, el
Gobierno tiene en cuenta que PSOE y Podemos están en contra de la
instalación del cementerio, como ya señalaban en sus respectivos
programas electorales para los pasados comicios autonómicas de
Castilla-La Mancha.
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