miércoles, 5 de noviembre de 2014

La lección más dura estaba escrita Pradera propuso democratizar los partidos en un texto que ve la luz 20 años después DESCARGABLE Lee el principio de 'Corrupción y política...' 'Corrupción y política. Los costes de la democracia' en Amazon

Javier Pradera propuso democratizar los partidos y controlar su financiación en un texto que ve la luz 20 años después


No se va del todo, porque mantendrá la presidencia de la Fundación Pablo Iglesias que realiza trabajos de investigación histórica, pero atrás queda una vida política trepidante con claroscuros ymarcada por su relación política con Felipe González. Su ruptura tuvo gran trascendencia porque partió al PSOE en canal entre partidarios de uno y de otro. Ganó González y Guerra perdió su inmenso poder aunque fue el primero quien abandonó la política tras perder las elecciones en 1996 y el número dos continuó. Le ha sacado 17 años de vida parlamentaria en la que no ha tenido mando, pero sí reconocimiento que ha ido aumentando con los años.
Nadie recuerda ya al Alfonso Guerra de verbo afilado, hiriente para muchos, y reconfortante para otros, ante quien temblaba el adversario, tanto de fuera como de dentro del partido. Casi anecdótico se considera ahora el episodio que le llevó a la dimisión en 1990 de la vicepresidencia del Gobierno al conocerse que uno de sus hermanos tenía un despacho en dependencias oficiales de Andalucía para recibir visitas que le pedían favores de poca monta. Los tribunales no vieron ilícito penal alguno en el comportamiento de Juan Guerra, pero su hermano, el vicepresidente, perdió el poder para siempre. Hasta entonces había mantenido al PSOE como partido ganador una tras otra elección.
Desde hace años prevalece el Alfonso Guerra reflexivo y presidente, hasta la legislatura pasada, de la Comisión Constitucional del Congreso en la que se han dirimido las reformas de los Estatutos. Su juicio ponderado y su experiencia son valorados por todo el arco parlamentario. Su esfuerzo por cepillar el Estatuto de Cataluña para dotarlo de constitucionalidad fue arduo, pero siempre quedará como un personaje clave para que viera la luz la Constitución de 1978.
“No está mal, ya me puedo ir, llevo 50 años cotizando a la Seguridad Social; algo que ustedes no conseguirán lamentablemente, tal como están las cosas”. Este fue su comentario, prosaico, a los informadores del Congreso, sin acritud.

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