martes, 4 de noviembre de 2014

TRIBUNALES | Alega razones personales El juez Torres cuelga la toga (por ahora) El sentido común no es igual en personas.

Santiago Torres, en una imagen de archivo. | A. Cuéllar
Roberto Bécares | Madrid Actualizado miércoles 31/07/2013 20:09 horas

Pretendía abandonar el escenario «en silencio, un sábado», sin dar que hablar, pero la noticia de un blog poco conocido,http://elboenuestrodecadadia.com, le puso de nuevo bajo los focos: el Boletín Oficial del Estado publicado el sábado informaba que el Consejo General del Poder Judicial aceptaba la renuncia del juez Santiago Torres Prieto.
Está fechado el 11 de julio, pero fue publicado el sábado. "Me voy de forma callada, muy agradecido de todo lo que he aprendido", precisa Torres en conversación con este diario dos días después de cumplir 51 años, la mitad de ellos labrados como juez. Primero en Vergara, luego Barcelona (donde llegó a ser decano), Marbella y, finalmente, Madrid.
"Ha sido una decisión mía. Fundamentalmente lo dejo por un tema de capacidad, ya no era capaz de llevar ese peso, no podía cumplir con mis funciones", dice el ya ex juez, cuyo trabajo no dejó indiferente a nadie.
Y es que hablar de Justicia es hablar de Torres, el primero que se enfrentó al ex alcalde Jesús Gil y Gil. Fue de los pioneros en aventurarse al riesgo de lidiar con los primeros casos de corrupción urbanística, de los que dijo en 2008 que estaban «detrás de la financiación ilegal de partidos», ahora tan al orden del día.
En 1998 ordenó el registro del Ayuntamiento de Marbella y las oficinas del Atlético de Madrid, y en enero de 1999 envió a la cárcel a Gil. Más tarde las investigaciones y sumarios del caso Alierta, Guateque –la mayúscula trama de corrupción en torno a las licencias concedidas por el Ayuntamiento de Madrid a cambio de mordidas a funcionarios municipales–, operación Edén, que desarticuló las mafias que controlaban la noche madrileña, y la operación Yugoslavia.
Durante años su casa, el juzgado de instrucción número 32 de Madrid, era el más saturado de España. Sumarios ingentes donde él y los suyos se dejaban los ojos. "Por mucho que fueran todas las horas de la vida allí no han sido suficientes, siempre faltan horas en la vida de una persona", confiesa ahora, al abrigo de su familia y amigos, cuando ha apostado "por la vida" antes que su trabajo.
La puntilla fue en aquella época, en la del Guateque. Un proceso con más de 100 imputados. 130.000 folios de sumario. Tardó seis años en instruirlo. Pidió ayuda, pero cuando otro juzgado de apoyo le auxilió, el nudo ya estaba desenredado. "Desde el Guateque he tenido muchos achaques", confiesa. Recibió amenazas veladas de políticos, no tan veladas de narcos, pero para echarle del ring hizo falta un ataque al corazón, tres arritmias y tres operaciones complicadas.
Sufrió traspiés, como cuando el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) le sancionó por dilaciones indebidas en el Guateque, pero también reconocimientos. Y es que el Gobierno le eligió, "por encima de otros jueces más dignos que yo, como Martínez Arriete o Ramiro Ventura", para informar al Consejo de Europa sobre el cumplimiento en España de la legislación europea contra la corrupción y la transparencia de la financiación de los partidos políticos.
Algunos le tacharon de ambicioso, otros de obstinado, pero nunca le tembló el pulso para meterle mano a las manzanas podridas de la política o los negocios: "El camino es fácil, basta con no retirar la mirada de lo que se presenta ante los ojos, pero no es cómodo, esa es la diferencia". Piensa que la Justicia es "manifiestamente mejorable; la sensación social es que la Justicia llega a unos y no a otros", admite que desde "siempre ha sido carente de medios", pero subraya que "hay jueces magníficos, desinteresados e imparciales".

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