Una activista interrumpe la intervención del presidente del BCE en la rueda de prensa
- Las octavillas contra Draghi: “Asústate, volveremos” Fráncfort 15 ABR 2015 - 21:03 CEST
- “El BCE no es una institución política”, dijo este lunes Mario Draghi, el jefe del Banco Central Europeo, en el Parlamento Europeo. A pesar de esa frase, el BCE —la institución europea fundamental en la gestión de la crisis del euro— envió cartas a España e Italia en uno de los periodos más agudos de la Gran Recesión para que hicieran reformas. Mandó una misiva a Irlanda que prácticamente obligó a Dublín a pedir el rescate. Precipitó los programas de ayuda de Portugal y Chipre. Y ha sido un actor político de primera magnitud en Grecia, como volvió a demostrar este lunes mismo ante la comisión de asuntos económicos de la Eurocámara: preguntado sobre si se baraja una posible salida de Grecia, el presidente del BCE fue deliberadamente ambiguo. “No descartamos ninguna hipótesis”, dijo.
- El BCE juega un papel fundamental en Grecia: de él dependen sus bancos, diezmados por la huida de capitales, e incluso el Tesoro griego, que se financia con dificultades en los mercados y solo consigue colocar sus bonos a las entidades bancarias griegas, que a su vez colocan esa deuda en el banco central griego. En plena negociación con el Eurogrupo, a finales de enero el BCE subió varios grados la presión sobre Grecia al impedir a los bancos griegos obtener liquidez en la ventanilla de Fráncfort, pese a que el segundo rescate (después ampliado) no expiraba hasta finales de febrero (ahora la fecha límite es finales de junio). Draghi pudo pasar de largo en la Eurocámara, pero eligió volver a meter presión en una respuesta que puede levantar ampollas en Atenas: “El BCE tiene gestores de riesgo que evalúan constantemente todas las hipótesis posibles”.
- Esa no fue la única declaraciónpolítica de Draghi. Criticó veladamente al ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, por hacer pivotar su política de comunicación “sobre las palabras quiebra e insolvencia”. Instó a Atenas “a hacer frente a todos sus compromisos”, que incluyen un pago de casi 500 millones de euros al FMI el 9 de abril
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